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sábado, 31 de diciembre de 2011

Hasta tú te ahogabas en un vaso de agua.

Hay veces en las que dudas de tus propios sentimientos, pero no, sobre esto no; le quieres. Estás segura, segurísima de ti misma, nada ni nadie te hará cambiar de opinión, sabes que tu le quieres, miras hacia el frente y caminas con la típica seguridad de alguien ilusionado por amor, saludas con el desparpajo de alguien contento de vivir por esa persona especial de la cuál aún no hemos obtenido correspondencia. Y nadie sabe ni cómo ni por qué la vida de un enamorado es más simple y alegre que la de cualquier otro: y hablamos de cualquier tipo de enamorado: el correspondido y el que no ha tenido respuesta aún. No sabes si el otro te quiere, pero tú a él sí, eso está muy claro; y aunque el amor a veces nos juege malas pasadas siempre nos pondrá de buen humor, o eso es lo que van diciendo por ahí ¿no?, todo es fantástico: Cada vez que te pones los cascos del Ipod es como un musical en el que todas y cada una de las canciones que se reproducen aleatoriamente hablan de tí y de tus sentimientos, y es una agradable sensanción el que eso te impulse a querer a esa persona aún más. Extraño ¿no crees? El querer a alguien más que a nada, por encima de todo aún ni sabiendo si el tiene constancia de que existes, y es que cuando uno está enamorado nada te puede parar, haces todo lo que sea porque nadie te quite esa ilusión que te llena por dentro, la ilusión del amor.

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